Este blog desea servir de vehículo de encuentro y de divulgación de los mitos latinoamericanos, para contribuir a que los antiguos personajes y situaciones simbólicas arquetípicas se contacten de nuevo con nuestras conciencias, despertando esa antigua habilidad que tenían nuestros antepasados de leerlas intuitivamente y de servirse de ellas como alimento espiritual. Para contextualizar el tema recomendamos iniciar con las lecturas de Pueblos indígenas en Latinoamérica, Pueblos indígenas en Colombia, Sentir Indígena, Definición de Mito,Consecuencias de olvidar los mitos, Mitos en Latinoamérica, Formas del Mito y Mitos de Creación. En estos últimos se desea hacer un especial énfasis.


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viernes, 16 de noviembre de 2012

Colombia - Mito Kuna Tulé - Origen de los seres humanos

Kuna o Cuna o Kuna Tulé es un pueblo amerindio localizado en Panamá y Colombia. Su idioma hace parte de la familia lingüística chibcha. En lengua kuna, se autodenominan como dule (Se pronuncia Tule) que significa "persona". Según las convenciones lingüísticas de este pueblo indígena su nombre se debe escribir Gunadule en la grafía aprobada en 2010 por el Congreso General de la Nación Gunadule, aunque su pronunciación se mantiene como ha sido tradicionalmente: suena Kuna Tule según la fonética de la lengua española. El mito que se relata a continuación fue recogido de la obra El sol babea jugo de piña en el que el autor Miguel Rocha Vivas compila mitos de los departamentos de Atlántico, Magdalena y Serranía del Perijá. La obra hace parte de la Biblioteca básica de los pueblos indígenas de Colombia, del Ministerio de Cultura. Estas son Palabras atribuidas a la Gran Nele Olonakekiryai:




El bejuco sube ondeando por los tallos de los grandes árboles –decía
Nakekiryai– y desde las alturas empieza a llorar, a gemir nanapipiye, nanapipiye,
y la madre, la gran Madre Tierra le grita desde abajo, essarey (ven a mis
brazos hijo mío), y el bejuco cae confiado y silencioso sobre la Madre Tierra.
La Madre Tierra da confianza a todo, es la serenidad de lo creado por Papa.
Por eso, cuando el bejuco cae a tierra se vuelve duro, resistente porque ya la
Madre le ha dado el beso, la consistencia entre sus brazos. Así venimos todos
nosotros, así nos movemos todos –cantaba Nakekiryai–, todos venimos de
Sappipeneka, desde allá arriba empezamos a llorar, a gritar mupipiye, mupipiye,
nanapipiye; buscamos seguridad, buscamos confianza. Y nuestra gran
Madre Napkuana nos ha gritado essarye, «ven hija, ven hijo a mis brazos».
Nuestra gran Madre Tierra nos ofreció sus pechos, nos respondió essarye.
Cada vez que lloramos allá el Sappipeneka, ella nos dispuso a bajar, dándonos
confianza, y así llegamos a su seno… Lloramos cuando somos niños, y
nuestra Madre nos irá conociendo de acuerdo a nuestros lloros.

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